Comentario
En el total de Universidades del país, en 1922-1923 nos encontramos con 245 muchachas matriculadas en ella, frente a las 164 de Filosofía, las 14 de Derecho, las 106 de Medicina y las 217 de Farmacia. Esto requiere una explicación, pues a primera vista parece la más solicitada por las mujeres. Pero el primer curso de Ciencias era común con Farmacia y Medicina, por lo que sus cifras engañan. Sin embargo, a pesar de ello, el ritmo de incorporación de las universitarias a los estudios de Ciencias creció interrumpidamente durante los años 20. En el curso académico 1927-1928 nos encontramos con 395 chicas estudiando Ciencias, el 6,3% del total de universitarios en esta rama, y el 23% de la matrícula femenina.
También durante esta época pudieron algunas de ellas desarrollar cierta carrera profesional en esas áreas, una vez terminados sus estudios. Se conoce la identidad y contribuciones de 17 mujeres que estuvieron presentes en los laboratorios del Instituto Nacional de Ciencias durante la década de los veinte. Así, en el Laboratorio de Investigaciones Físicas, en el área de Rayos X y estructura de cristales nos encontramos con Felisa Martín Bravo y Pilar Álvarez-Uder; en electroquímica y electro-análisis con Teresa Salazar, Francisca Lorente y Carmen García Amo. En el Laboratorio de Análisis Químico de la Facultad de Farmacia investigaron Carmen Miguel, Ascensión Vidal, María Luz Navarro, Mercedes Loperena, y Carmen y Maria de los Desamparados Brugger. Y por último, en el Laboratorio de Química Orgánica y Biología desarrollaron sus trabajos Concepción Espeso, Carmen Gómez Escolar y Natividad Gómez. Aunque licenciadas en Farmacia, Carmen Pradel y Trinidad Salinas también trabajaron en el Instituto Nacional de Ciencias.
Destaca entre estas investigadoras la figura de Felisa Martín Bravo, primera doctora española en Ciencias Físicas en 1926, que seguiría desarrollando en los años 30 una sólida carrera profesional, con becas en el extranjero y docencia en la Universidad Central. La misma trayectoria (estancias en otros países, profesor auxiliar en la Universidad) siguió Teresa Salazar. Carmen Gómez Escolar continuó igualmente con sus investigaciones hasta 1936.
Jenara Vicenta Arnal, hija de jornalero y de ama de casa, es otro buen ejemplo de la valía profesional de estas mujeres universitarias de los años 20. En 1921 logró el título de maestra de primera enseñanza. En 1923 el de bachillerato. En 1926 era Licenciada en Química por la Universidad de Zaragoza. Accedió tempranamente a la docencia superior, pues en 1927-28 la encontramos en esa misma Universidad como ayudante de prácticas, y el curso siguiente como ayudante temporal de electroquímica. Este trabajo lo compaginó con la preparación de oposiciones a cátedra de Instituto, ganadas en 1928, y con la realización de su tesis doctoral, defendida en 1929, por la que obtuvo además Premio Extraordinario. En los años 30 su trayectoria sería aun más brillante.
La primera licenciada y doctora en Matemáticas fue Carmen Martín Sancho. En 1924 consiguió la licenciatura y en 1927 el doctorado, con Premio Extraordinario. Hizo oposiciones a cátedra de Instituto y ejerció primero en El Ferrol (1928) y después en el Instituto Infanta Beatriz de Madrid (1929). En 1931 recibiría una pensión de la Junta para Ampliación de Estudios para dedicarse a la geometría multidimensional en Berlín.
María Dolores Ferrer Sensat, licenciada en Ciencias por la Universidad de Barcelona, también fue en 1929 profesora auxiliar de esa Facultad. Era entonces bastante insólito que este tipo de puestos docentes fueran ocupados por mujeres, aun tratándose de los más bajos del escalafón.